No puede delegar tareas. No, no estamos sugiriendo que no te responsabilices de nada y te limites a dejar las cosas en manos de tus compañeros, pero cuando intentas hacerlo todo solo y la mera idea de pedir ayuda te provoca un ataque de pánico, es una señal inequívoca de que ha llegado el momento de trabajar en tu excesiva independencia.
Prefieres trabajar solo. La colaboración y el trabajo en grupo no son tan malos como crees. Trabajando en equipo puedes ser más productivo y conseguir más cosas que llevando a cabo un proyecto entero tú solo.
Problemas de confianza. El título ya habla por sí solo. Entendemos que no puedes confiar en nadie más que en ti mismo. Pero esta actitud puede llevar al aislamiento total y al desapego emocional.
Negarse siempre a ayudar. La broma de «no lo necesito, lo haré yo mismo» ha llegado demasiado lejos. Lo interesante es que, la mayoría de las veces, las personas demasiado independientes están acostumbradas a ayudar en lugar de pedir ayuda. Relacionado con esto está el miedo al rechazo o el deseo de parecer demasiado intrusivo.