El hígado interviene en la digestión, afecta al metabolismo y a la inmunidad, y sirve para almacenar ciertas vitaminas, hierro y cobre. Sin embargo, este órgano se menciona más a menudo cuando se habla de depurar el organismo de sustancias nocivas.
En efecto, una de las funciones del hígado es filtrar las sustancias inútiles o peligrosas que circulan por la sangre. Por ejemplo, el alcohol.
Si hay muchas sustancias de este tipo o llegan con regularidad, el hígado puede no ser capaz de hacer frente a su procesamiento: los productos de desintegración afectarán a las mitocondrias de las células, provocando la acumulación de especies reactivas del oxígeno y falta de energía.
Como resultado, se producirá una inflamación en el hígado, sus células empezarán a morir, sustituidas por tejido conjuntivo. Esto puede conducir a la cirrosis.
Además, el órgano puede sufrir una acumulación excesiva de grasa en sus células. Esta afección suele producirse debido a la obesidad, la diabetes de tipo 2 y el síndrome metabólico.