El término fue descrito por primera vez por la psiquiatra Graziella Magerini, directora del Hospital Santa Maria Nuova. Entre 1979 y 1989, su clínica recibió unos 107 turistas en estado extraño y en circunstancias similares. Los pacientes tenían palpitaciones, mareos, desorientación en el espacio, alucinaciones y pérdida de identidad. Todos ellos sufrían el llamado ataque de arte, que les sucedía en un momento de supremo placer estético: algunos, en un repentino ataque de llanto e histeria, atacaban un cuadro, otros experimentaban una sensación de pánico durante la representación de la liturgia y algunos olvidaban su nombre y el lugar en el que se encontraban.
El Dr. Magerini cree que no sólo las obras de arte, sino también la belleza de la naturaleza, las personas y los animales pueden provocar el síndrome de Stendhal. El riesgo de padecerlo aumenta en personas con trastornos mentales, que han sufrido algún trauma o simplemente son excesivamente emocionales. Al mismo tiempo, no todos los objetos artísticos son capaces de provocar una reacción de este tipo. Una persona, por regla general, ya tiene algún tipo de obsesión con una idea en la cabeza. Por ejemplo, por motivos religiosos, una persona experimenta el éxtasis en lugares sagrados, porque la psique ya se ha preparado para la conmoción.
