Un aventurero extremo.
Podrías llamarlo un mal tipo, pero en realidad no lo es tanto. Quizá sea un poco temerario, pero es genial ir con él a lomos de una moto hacia lo desconocido. No tiene miedo de su estricto padre ni de ningún otro obstáculo. Hace lo que le da la gana. Y sabe muchas historias. Y es muy agradable saber que un hombre así está loco por ti. Dondequiera que te encuentres, él encontrará una salida a la situación más difícil. Le encanta el riesgo, así que tu tiempo con él definitivamente no lo olvidarás. ¿Y cómo podrías? ¿Cómo olvidar la escalada de montañas y los saltos conjuntos en paracaídas? Después de todo, las personas extremas tienen una psique especial. Por cierto, antes hemos escrito a qué se asocia la necesidad de adrenalina.
Buen tipo.
Al principio ni siquiera te das cuenta de que siente algo por ti. Es tan educado y cortés que parece que básicamente actúa así con todo el mundo. «Es simpático» es lo primero que te viene a la cabeza. No tardas en dejar de verlo como un simple amigo. Y aunque no hay un torbellino de emociones ni enfrentamientos acalorados, es tan tranquilo y simpático como cualquier otro. Podéis pasaros horas discutiendo sobre una película, corriendo de arriba abajo y cayendo en la infancia. Al mismo tiempo, es tan fiable que con él todas las preocupaciones y dudas se calman con una mirada y media sonrisa. Es el tipo de marido que toda madre sueña para su hija.